Las naciones más desarrolladas del mundo acordaron fijar una tasa mínima para las empresas multinacionales, denominada Impuesto Global Corporativo, a fin de evitar las ventajas fiscales. Trazaron además, la hoja de ruta para combatir la evasión de impuestos.
No son pocos los países que, con el fin de incentivar la inversión extranjera en su territorio, ofrecen bajas tasas de impuesto. Es el caso de Irlanda o Paraguay, cuyas tasas alcanzan 12 y 10%, respectivamente. Incluso, hay países como Barbados y Uzbekistán que ofrecen solo 5 y 7.5% de impuesto.
Tomando en cuenta ese escenario, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, propuso en abril pasado un impuesto mínimo global corporativo. La idea es poner fin a los 30 años de carrera a la baja en esta materia. Y si bien la iniciativa surgió como parte del plan de recuperación económica impulsado por el presidente Joe Biden, más tarde fue respaldado por 130 países.
¿En qué consiste el impuesto global corporativo? La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dirigió las conversaciones, donde el G7 acordó reformular el sistema fiscal global para que así las empresas multinacionales paguen “una parte justa”, independiente de su lugar de operación, fijando una tasa mínima del 15%. En términos prácticos, los gobiernos podrían continuar aplicando la tasa impositiva que quieran, pero luego los países de origen de las compañías recargarían los impuestos a la tasa mínima acordada y así eliminarían la ventaja de llevar las ganancias a un paraíso fiscal.
De acuerdo a las estimaciones de la OCDE, este tributo generaría cerca de US$150.000 millones en ingresos fiscales al año. Aunque naciones como Irlanda o Hungría, que tienen bajos impuestos, no se unieron al pacto.
Posteriormente el G20 respaldó el acuerdo alcanzado por las 7 potencias y llamó a los 9 países que aún no han apoyado el acuerdo a que se sumen. Esto, en el entendido que el 90% del PIB global es producido por los 20 países más desarrollados.
¿Cuáles son las claves de este histórico acuerdo? No solo poner fin a la carrera a la baja en materia de impuestos, sino también luchar contra la evasión fiscal. Los países acordaron nuevas reglas respecto a dónde se gravan las ganancias de las empresas multinacionales. De esa forma, se estima que más de US$100.000 millones de ganancias irían a los territorios donde estas se generan, en lugar de dónde la empresa tiene su sede. Ello, porque las multinacionales, particularmente las tecnológicas, operan a través de paraísos fiscales o Estados con sistemas tributarios especialmente favorables.
El G7 informó que la aplicación sería a aquellas empresas globales cuyo margen beneficioso sea de al menos un 10%. Si superan el 20% serán gravados en el país donde operan. Quedan excluidos de este punto los sectores financieros y extractivos.
Su importancia radica en la necesidad de homogeneizar el sistema impositivo global, a fin de hacer más equitativa y más justa la tributación de las empresas. Además, en el contexto actual, con una fuerte crisis económica gatillada por la pandemia del covid-19, tener bajos impuestos no favorece la recaudación que los países necesitan para hacer frente a la emergencia.
Lo que viene ahora Por lo pronto, convencer a las naciones reticentes, como Irlanda, Estonia y Hungría, a sumarse a este pacto. Luego, los países deben acordar la fecha de implementación de este acuerdo, que en primera instancia sería en 2023. Sin embargo, cada nación tiene regímenes políticos distintos por lo que para algunos podría ser más sencillo ponerlo en marcha.
Los detalles finales deberán ser consensuados en la cumbre del G20 que se realizará en octubre próximo, en Roma, y en la que se espera sellar definitivamente la tasa mínima global.